Cuando una persona presenta un dolor, lo primero que se indica es un analgésico o calmante. Pero si ese dolor persiste el requerimiento de analgésicos va a ser de mayor dosis diaria, con los consecuentes efectos adversos y secundarios de los mismos.

¿Qué se puede ofrecer a un paciente que presenta un dolor crónico (no oncológico) que requiere un consumo de analgésicos-antiinflamatorios (AINES) en altas dosis y que además a veces no consigue calmar el dolor?

La propuesta diferente al esquema convencional es buscar calmar el dolor por otros métodos, sin los efectos adversos de los AINES.

La Terapia Neural cumple con esos objetivos y además como terapia biorreguladora inicia una actividad reparadora de los tejidos u órganos dañados.

RESTAURAR EL FUNCIONAMIENTO NORMAL DE LOS TEJIDOS. REGENERAR LAS CELULAS DAÑADAS RESTABLECER EL EQUILIBRIO DEL ORGANISMO

Complementado la acción analgésica, la terapia neural como dijimos antes, tiene una capacidad de restaurar el funcionamiento alterado de los tejidos. Pero esta restauración de la fisiología no es suficiente o no se puede completar si no atendemos los déficits o alteraciones de la bioquímica del organismo.

Para ello aplicamos los conceptos de la Medicina Ortomolecular, corrigiendo los defectos bioquímicos a través de aminoácidos, vitaminas y minerales-oligoelementos. No solo se debe aplicar la Medicina Ortomolecular para reparar o restaurar el tejido dañado sino también para tratar las causas generales que condicionan o generan estos procesos de dolor. A modo de ejemplo mencionaremos los tratamientos del stress, del sobrepeso u obesidad como tratamientos de fondo, necesarios para restablecer el equilibrio del organismo.